martes, 14 de septiembre de 2010

Francia y el Folletín

A diferencia del siglo XVIII, época en que los salones literarios, regentados por los mismos autores, eran epicentros de lectura, en el siglo XIX esta actividad era promovida por la prensa, abarcando un mayor número de lectores. Es en esta prensa, entonces, que aparece la novela de folletín (Roman Feuilleton), cuya característica principal era la de ser publicada por entregas. El periódico francés Le Siecle, es en 1836 el pionero de este tipo de publicaciones ideadas por los autores para atraer el interés de los lectores hacia las historias planteadas en varios episodios concatenados, cuyo objetivo era crear al final de cada uno de éstos una especie de suspenso con la promesa de que el siguiente se hallaría la solución. Periódicos de la época como La presse, Révue des deux monde, Le constitutionnel, entre otros, se fueron sumando paulatinamente a la fórmula exitosa de los tirajes en serie de esas novelas también llamadas populares por su contenido social.


La novela de folletín en Francia tiene protagonistas que están generalmente vinculados con los sectores más oprimidos de la sociedad y con las clases sociales bajas, aunque ellos mismos pertenezcan a la nobleza. La acción de estas novelas generalmente se desarrolla en los siglos XVI y XVII.

Alejandro Dumas, padre, es uno de los mayores exponentes de la novela de folletín en Francia. La característica de su obra fue la fantasía histórica de los contenidos. Este escritor no se aparta de ciertos datos históricos que le dan una connotación verídica a las historias de sus novelas. Su obra está compuesta por 300 volúmenes. Dicen que para cumplir con las exigencias de esa publicación puntual por entregas, Dumas debió apoyarse en la ayuda de muchos colaboradores, y que él no era el autor de las escenas sino que era quien las corregía y organizaba los relatos con su estilo particular. Los tres mosqueteros (1845), Veinte años después (1845), y El vizconde de Bragelonne (1848 – 1850), dieron a este autor un éxito total, pues generó con estas novelas una verdadera acogida entre el público lector. El D'artagnan de Alejandro Dumas es una fusión de dos hermanos del siglo XVIII que usaban el apellido Artagnan de la madre. Paul participó con éxito en las campañas de Rochelle, y murió siendo gobernador de Navarrenx. Charles, el menor, fue gobernador de Lille y perdió la vida en el sitio de Maestrich en el año de 1673. Athos, Porthos, y Aramis, también fueron mosqueteros que procedían de la realidad y eran primos entre sí, pero Alejandro Dumas no les dio ese parentesco en el homenaje literario que les hizo. Otros títulos destacados en la obra de Alejandro Dumas, padre, son El conde de Montecristo, Ascanio (1843-1844), La reina Margot (1845), Cuarenta y cinco (1847-1848), etc.


La crítica literaria inscribe a las obras de Dumas en la vertiente histórico – fantástica de la novela de folletín, por sumar éste a la novela de aventuras la influencia de la política francesa de una época. A esta categoría también pertenecen Frédéric Soulié, autor del Rey de Sicilia (1833), El conde de Tolosa (1834), El judío errante (1844-1845) etc., y Eugéne Sue, autor de Latréaumont (1837), Jean Cavalier (1840).

La vertiente fantástica – social es la que se inclina por temas detectivescos centrados en el bajo mundo, con el homicidio como hilo conductor de muchas de las historias. Esta novela de folletín es la antecesora de lo que luego se conoció como novela policíaca. Entre los autores más sobresalientes de esta categoría encontramos a Paul Féval con las obras Los misterios de Londres (1844), El hijo del diablo (1846). Etc., a Pierre Zaccone con El caso del correo de Lyon, entre otras, y Hector Malot con Sin familia (1878), El albergue del mundo (1876). Cabe anotar también que a esta vertiente pertenecieron algunas obras de Sue y de Soulié. El primero se destaca con Los misterios de Paris (1842- 1843), y el segundo con Las memorias del diablo (1837-1838).


En la vertiente folletinesca denominada exótica se incluyen temas de viajes marinos narrados en diarios o memorias. Aquí volvemos a encontrar a Sue con obras como Kernock, el pirata (1830), Plick y Plock (1831), y La salamandra (1832), y a Alejandro Dumas con El capitán Paul (1838), El negrero (1832). Pero el escritor más sobresaliente de esta vertiente del folletín es Gustave Aimard, que navegó como grumete de un barco a través del Atlántico y se estableció durante largos años en América del norte donde se familiarizó con la cultura de los pieles rojas, experiencia que plasmó en títulos como Los tramperos de Ar-kansas (1858), La selva virgen (1870), y Los bandidos de Arizona (1882). Las novelas que pertenecen a esta vertiente estaban dirigidas a un público infantil. Cabe destacar, además, que Louis Desnoyers y su novela Las aventuras de Robert-Robert (1840), ya se ocupa de un viaje a la luna, por lo que podría considerarse una antecesora de la obra de Julio Verne.


Con la vertiente realista-social se clausura la etapa de la novela de folletín o popular en Francia del siglo XIX. Su mayor exponente fue Jules Vallés, un periodista que dedicó su vida a luchar contra la miseria social. Entre sus obras se destacan El niño (1879, El bachiller (1881), y El rebelde (1886). En la trilogía hay un protagonista común que los estudiosos identifican con el autor.


En términos generales la novela de folletín o popular tiene las mismas aspiraciones de recobrar los ideales perdidos de la novela romántica, a través de las pretensiones caballerescas, del humanitarismo cristiano, o de un socialismo utópico. Con esta novela publicada por entregas, la literatura asiste a una masificación sin precedentes y su consumo se vuelve más democrático. El éxito de la novela de folletín no se compara con el de otro género literario. Su público alcanzaba todas las condiciones sociales y hubo autores trascendentales que se sintieron tentados a cultivar ese género como le ocurrió a Zola con Los misterios de Marsella, una novela cuya técnica los críticos asocian a la de Sue.

No hay comentarios: