miércoles, 22 de septiembre de 2010
Sigmund Freud y los orígenes del psicoanálisis
Sigmund Freud nació en Viena el 6 de mayo de 1856. Desde cuando se hizo médico, a la edad de veinticinco años, se interesó por la neurología, y más tarde desvió sus intereses hacia el estudio de la neurosis y la psicosis. Según él, ambas patologías eran originadas por los conflictos sexuales de la infancia.
Sigmund Freud fue el padre del psicoanálisis, un sistema que consistió en hacer observaciones y formular hipótesis a partir de la experiencia clínica. Con el psicoanálisis, conformado por la teoría, por el método, y por la técnica, Sigmund Freud ha hecho un gran aporte a la práctica en el área clínica de la psicología.
Sobre el concepto de la represión se erige esa teoría psicoanalítica freudiana de que la histeria depende de los conflictos reprimidos y su tratamiento debe apuntar hacia la reproducción de éstos por medio de la hipnosis.
Una manera de aproximarse a la obra total de Sigmund Freud es leyendo Los orígenes del psicoanálisis, el libro que reúne doscientos ochenta y cuatro cartas dirigidas por él a Wilhelm Fliess, el médico alemán, especializado en otorrinolaringología, que sostenía que muchas de las neurosis eran de origen nasal, y por tanto aconsejaba tratar los síntomas aplicando la cocaína en las mucosas de la nariz, que era un órgano que él relacionaba con los genitales femeninos. Wilhelm Fliess además afirmaba que la bisexualidad era inherente a toda persona, y que los procesos de la vida tenían un ciclo masculino de veintitrés días y uno femenino de veintiocho días. Fliess fue el amigo más cercano a Sigmund Freud, y acaso al que estaba dirigida esta declaración suya: “Mi vida personal siempre ha necesitado de un amigo íntimo y un enemigo odiado”. En su libro Freud, Peter Gay escribe sobre Fliess: “Impresionaba por su aspecto, su erudición, su carácter cultivado”. También indica que este hombre no aceptaba ser objeto de la crítica, y precisamente fue una crítica lo que lo distanció para siempre de Sigmund Freud. El éxito en su consulta fue notable, y era un otorrinolaringólogo afamado. Sigmund Freud sentía adoración por él, y aquí vale la pena traer a cuento lo acontecido con su paciente, Emma Eckstein, que sufría de fuertes dolores de estómago, y Freud que no encontraba el tratamiento efectivo para ella, invitó a Wilhelm Fliess a Viena en 1895 para que le extirpara un hueso de la nariz. Después de realizada la cirugía, Fliess regresó a Berlín, y la paciente tuvo fuertes hemorragias que no sanaban y se sometió a otra operación con el cirujano que se había opuesto a la anterior. Este médico descubrió que Fliess había dejado gasa dentro de la nariz. La mujer quedó desfigurada en esa parte de su cuerpo, y Freud siempre excusó el error de su amigo afirmando que la hemorragia era de origen histérico y la manera como la mujer expresaba su necesidad de ser amada. Tal era su ceguera y su admiración sin límites por Fliess que en una de sus cartas pone en evidencia: “Tu noticia casi me hizo gritar de alegría. Si realmente has resuelto el problema de la concepción, convendría que empezaras a pensar qué tipo de mármol te gustaría más para tu monumento”.
En estas cartas, escritas por Sigmund Freud durante quince años, entre 1887 hasta 1902, está presente su pensamiento fecundo que, en esa época, ya concebía la obra La interpretación de los sueños. “Un sueño es la realización alucinada de un deseo reprimido”, opinaba mientras elaboraba una extensa disertación sobre el tema, en la que comenzó a plantearse la idea de que los sueños debían ser interpretados para descifrar lo que subyacía detrás de la apariencia que presentaban.
La correspondencia, de la que solo quedaron las cartas de Freud, pues las de Fliess desaparecieron, fue recopilada siguiendo un orden cronológico que obedecía a las fechas en que fueron escritas, por Marie Bonaparte para la edición alemana del libro, y por Anna Freud, y Ernts Kris, quien además es el autor de un Estudio Preliminar que sirve de introducción al material propiamente dicho. Este prefacio de Kris brinda al lector la oportunidad de familiarizarse con el trabajo anterior y posterior de Sigmund Freud en referencia a su teoría psicoanalítica. También ilustra sobre las afinidades de pensamiento de los dos médicos y el itinerario de su amistad profesional y personal, desde su inicio hasta la ruptura definitiva por discrepancias irreconciliables.
Además de las cartas, los recopiladores incluyen en el libro unos manuscritos y notas de Sigmund Freud, que ayudan a comprender su trabajo desde las primeras inquietudes que lo motivaban hasta la elaboración de su teoría. En las notas que le dedica a la etiología de las neurosis afirma: “Puede saberse como aceptado por todos que la neurastenia es la frecuente consecuencia de una vida sexual. Pero la afirmación que me propongo sostener y que deseo verificar mediante observaciones clínicas es que la neurastenia es siempre y únicamente una neurosis sexual”. En el manuscrito que le dedica a Cómo se origina la angustia, señala: “Desde un principio fue evidente para mí que la angustia de mis neuróticos tenía mucho que ver con la sexualidad, y en particular me llamó la atención cuán inevitablemente el coito interrumpido realizado con una mujer lleva a la neurosis de angustia”.
A pesar de que las posturas teóricas de Sigmund Freud provocaban escándalo en los círculos médicos de la época, en el inicio de la primera década del siglo XX, fue congregándose alrededor de él, un grupo de investigadores y de alumnos denominado Sociedad Psicoanalítica de Viena. Entre estos se encontraban: Sandor Ferenczi, Karl Abraham, Alfred Adler, Otto Rank, Ernest Jones, y Jung. Esta cofradía, sin embargo, estuvo caracterizada por las discrepancias y las rupturas, especialmente las protagonizadas por Adler y por Jung cuando decidieron separarse del pensamiento de Freud y enarbolaron sus propias teorías.
En Los orígenes del psicoanálisis hay suficiente información para que el lector se forme una idea del talante científico de Freud y de los procedimientos de los que se valió para fundar su controvertida teoría.
Etiquetas:
Freud,
neurósis,
psicoanálisis
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